Olite, Navarra. 12-05
El Palacio Real de Olite es sin lugar a dudas, el mas importante de los testimonios que ha quedado a los navarros, para tener presente su pasado. Al pasear por sus torres y murallas, llegaremos a sentir mas cerca la historia de este viejo reino que fue Navarra.Aunque casi todos lo llamamos "castillo", lo correcto es referirnos a él como "palacio", ya que se trata de una construcción con caracter cortesano, donde los aspectos residenciales prevalecieron sobre los militares (defensa).Uno de sus principales encantos es el aparente desorden de su diseño. Esto se debe a que su construcción nunca se afrontó como un proyecto "de conjunto", debiendose el resultado final a las contínuas obras de ampliación y reformas que se sucedieron durante siglos, aunque la mayor parte de las obras se realizaron entre finales del s.XIV y principios del s.XV. El entonces rey de Navarra Carlos III "el Noble", decidió convertir el palacio existente en sede real permanente y dotarla de todo el ornamento propio de estas. Así, utilizando para su construcción los fondos obtenidos en la venta de sus posesiones en Normandía, comenzaron las primeras obras de ampliación del palacio.
El Palacio Real de Olite es sin lugar a dudas, el mas importante de los testimonios que ha quedado a los navarros, para tener presente su pasado. Al pasear por sus torres y murallas, llegaremos a sentir mas cerca la historia de este viejo reino que fue Navarra.Aunque casi todos lo llamamos "castillo", lo correcto es referirnos a él como "palacio", ya que se trata de una construcción con caracter cortesano, donde los aspectos residenciales prevalecieron sobre los militares (defensa).Uno de sus principales encantos es el aparente desorden de su diseño. Esto se debe a que su construcción nunca se afrontó como un proyecto "de conjunto", debiendose el resultado final a las contínuas obras de ampliación y reformas que se sucedieron durante siglos, aunque la mayor parte de las obras se realizaron entre finales del s.XIV y principios del s.XV. El entonces rey de Navarra Carlos III "el Noble", decidió convertir el palacio existente en sede real permanente y dotarla de todo el ornamento propio de estas. Así, utilizando para su construcción los fondos obtenidos en la venta de sus posesiones en Normandía, comenzaron las primeras obras de ampliación del palacio.
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